De niño conocí y amé la poesía y comprendí que podíamos hacer de las palabras un uso mucho más precioso del que nos permitíamos en el habla cotidiana. Como maestro, insisto en mostrar a los chicos el mundo diverso ante el cual se hallan y les ofrezco la oportunidad de nombrarlo todo. Creo en una educación donde entendemos de manera reflexiva la pluralidad y la complejidad humana, donde la sensibilidad es absolutamente necesaria, donde compartimos con otros el milagro de los textos y las experiencias.
Las Humanidades son así un espacio en el que podemos sostener las más raras, divertidas e interesantes conversaciones y donde aprendemos sobre las cosas que nos gustan y que nos preocupan. Es de este continuo ejercicio de articulación de donde obtenemos las herramientas para aprender a pensar por nosotros mismos. Creo en el escritor que vive en cada chico y estoy convencido de que hay caras de la realidad que solo ellos pueden ver y contar. Creo que el mundo necesita ser relatado por todos y que así lo construimos para seguir descubriendo el misterio que somos.